Y bueno, por suerte volvimos… Luego de estar 2 temporadas (18 meses) completamente aislados (encerrados) por esta terrible pandemia (COVID-19) que paralizó a todo mundo, nos reincorporamos a nuestra actividad campista con mucha fuerza y entusiasmo, para recibirlos nuevamente como siempre, con los brazos muy abiertos. Esperamos que encuentren esa libertad y paz tan esperada en nuestro muy querido Camping Lyon. Los estaremos esperando, un abrazo!!
Ahhh..!!! Si ustedes se encuentran en las fotos publicadas, por favor comenten algo. Gracias!!!
La XXV edición de la Fiesta Nacional de la Dulzura de Villa de Merlo, San Luis, fue la excusa perfecta para pasar unos días en esta villa serrana y conocer sus atractivos y propuestas turísticas: caminatas, paseos en cuatriciclo, tirolesa, gastronomía, historia, cultura y un clima inmejorable en un entorno paisajístico de gran belleza.
Country Club Chumamaya
El último fin de semana estuve en Villa de Merlo, provincia de San Luis, para participar de la Fiesta Nacional de la Dulzura y disfrutar de unos días a pleno sol y con temperaturas de más de 20°C.
Llegué a Villa de Merlo sin conocer el destino y me fui de allí queriendo volver.
La villa, una localidad que vive exclusivamente por y para el turismo, está ubicada en el Departamento de Junín, en el noreste de la provincia. Las Sierras de los Comechingones, en uno de cuyos extremos está asentada la villa, hacen de límite natural entre las provincias de San Luis y Córdoba.
Las sierras son el alma de la villa y en ellas se concentran una gran variedad de actividades que permiten apreciar y disfrutar su privilegiado entorno natural.
Tirolesa en el Mirador del Sol
Actividades al aire libre y miradores
Desde la villa, y siguiendo un camino serpenteante en perfecto estado, se asciende hasta poco más de los 2.000 metros, hasta “el filo”, como los merlinos llaman a la cima de las sierras. Desde aquí, desde el Mirador del Filo, si miramos hacia el este veremos el Valle de Calamuchita, en Córdoba; si miramos hacia el oeste, apreciaremos el amplio y verde Valle de Concarán (también llamado Valle de Conlara) donde está asentada Villa de Merlo.
El Filo, cima de las Sierras de los Comechingones
A lo largo del camino hay distintos puntos para realizar lanzamientos en parapente y tirolesa. Yo me tiré por una tirolesa de 750 metros de largo (dos tramos de 400 y 350 metros) y de alrededor de 60 metros de altura: Tirolesa del Sol, ubicado en el Mirador del Sol, una parada obligada de camino “al filo”.
Otro de los miradores serranos que visitamos fue el Mirador del Peñón Colorado, desde donde se tiene otro vista del Valle de Conlara y del exclusivo country club Chumamaya.
Ya a ras del suelo, dimos un paseo en cuatriciclo por los caminos de tierra adyacentes a la villa, en la zona del Parque de los Nogales. Atravesamos barrios apacibles donde entre los árboles y las plantas de flores se vislumbraban lujosas construcciones y hermosas vistas de las sierras. Este servicio lo presta la empresa Iahia-titi y es una divertida y vertiginosa manera para empezar a conocer Villa de Merlo.
Paseo en cuatriciclo por el Parque Los Nogales
Paseos históricos y culturales
Además de los paseos en torno al centro histórico que tiene como epicentro a la Plaza Marqués de Sobremonte y a la Capilla Nuestra Señora del Rosario, se puede ingresar a la historia pre y post colonial de la ciudad visitando diferentes puntos de la villa, algunos de ellos: Yucat – Parque Temático Tierra de Comechingones; la Casa del Poeta Antonio Esteban Aguero; el Museo Taller del escultor y poeta Juan Carlos Ortega y el sitio histórico del Algarrobo Abuelo.
Yucat – Parque Temático Tierra de Comechingones
Esto es solo un breve resumen de todo lo que hice durante la visita a Villa de Merlo.
En las próximas semanas iré publicando más posts con más datos, fotos y videos y profundizando en algunas de las actividades que más me gustaron.
El fam press organizado para la Fiesta Nacional de la Dulzura fue organizado por el Emiprotur Villa de Merlo (Ente Mixto de Promoción Turística).
La histórica Villa, con su benéfico microclima y su promedio anual de 300 días de sol, invita al turismo aventura, a descubrir senderos serranos en cuatriciclos, a pie y a caballo, a vivir como un pueblo comechingón y a paladear el gustoso chivito puntano.
Por Dora Salas
Fotos de Dora Salas
Paseo entre la roca viva y el cuarzo blanco, un viaje al Precámbrico puntano
“Merlo es mi lugar en el mundo”, afirma Juan José, un uruguayo radicado en la Villa, donde se dedica a transfers y paseos, mientras conduce desde el aeropuerto de la capital puntana hacia la ciudad ubicada en el noreste de San Luis, sobre la falda occidental de las Sierras de los Comechingones.
Una soleada y diáfana tarde invernal enmarca sus comentarios durante los 190 kilómetros de autopista entre el aeropuerto Brigadier Mayor César Raúl Ojeda y la Ciudad Villa de Merlo, tercer microclima del mundo detrás de las costas californianas y de Suiza, aunque algunas fuentes citan a las islas Canarias en el lugar del país alpino. La interrelación de factores topográficos y ambientales da origen a esta joya climática, dueña de una atmósfera cuyas proporciones de ozono son más elevadas que las normales, generadora de óxido nitroso y con altos porcentajes de ionización negativa, que produce relajación y reduce el estrés.
LOS NUMEROS IDEALES Merlo, con una temperatura media anual de 20 grados, una altitud que oscila entre los 800 y los 1200 metros sobre el nivel del mar y la orientación del cordón montañoso que frena los vientos húmedos del Atlántico, atrapa desde las primeras décadas del siglo pasado a quienes buscan descanso y aire puro, pero energizante a la vez.
Estas características funcionan durante todo el año como imán turístico, pero también para los “venidos y quedados” a vivir en la Villa que, a la par de los “nacidos y criados” en ella, tratan de preservarlas y sumar actividades que permitan su mayor aprovechamiento.
El ecoturismo y el turismo aventura son el eje de las nuevas propuestas, que apuntan sobre todo a jóvenes y adolescentes, para los que también hay un boliche nocturno, bares y cervecerías. Parapentismo para emular a los pájaros, tirolesas para balancearse a varios metros de altura por cables de acero que unen laderas serranas, rappel para desafiar descensos verticales y senderismo para adentrarse en la naturaleza son actividades que se agregan a cabalgatas y ciclismo por sendas poco transitadas.
La mañana se presenta ideal para trepar hacia el Filo de la sierra, a unos 2100 msnm, y alcanzar el faldeo limítrofe entre las provincias de San Luis y Córdoba. “A ponerse los cascos, los guantes y los anteojos de sol”, invita Claudio, responsable y guía de Parada Fox, experto en travesías “para todas las edades” con cuatriciclos 4×4 de 500cc.
Entre pajas bravas, cuarzos blancos y rosados, restos de mica que destellan al sol y rocas cuyo origen se remonta al Precámbrico, la mirada se pierde hacia el Valle de Conlara, del lado merlino, y el Valle de Calamuchita, del lado cordobés.
Los cuatriciclos, después de cómodos 11 kilómetros de ascenso por ruta asfaltada, superan otros tantos en huellas resbaladizas, desafiando montículos y vertientes como si saltaran de roca en roca. En total, dos horas y media de travesía hasta el Hueco del Cencerro, un refugio a 2000 msnm junto al arroyo Horco Molle, con saltos y piletones que en verano invitan a zambullirse.
Entre cóndores y águilas moras, sauces mimbre y tabaquillos, el nombre del lugar “lo pusieron los mineros que trabajaban en la zona, rica en wolframio y cuarzo, además de otros minerales y piedras semipreciosas, de los años ’20 a los ’50 del siglo pasado”, explica Francisco Roure. Y sin vacilar, mientras encabeza la caminata hacia una gran “chimenea de cuarzo” natural, como Juan José Capdevielle enfatiza que ha encontrado “su lugar” en la soledad y los cielos estrellados del refugio.
Al recorrido se suma Lola Bejarano, de la cordobesa Estancia Corralito, que organiza cabalgatas “de cuatro o cinco días para cruzar la Sierra de los Comechingones, desde La Paz, en Córdoba, hasta El Hueco del Cencerro” para llegar al refugio de Francisco, donde el “vecino más cercano está a ocho kilómetros”.
Durante el regreso a la Villa, una pareja de cóndores pone el broche de oro a la aventura sobrevolando majestuosa los cuatriciclos que zigzaguean hacia el valle.
El Algarrobo Abuelo, un imponente ejemplar que es el gran emblema de Merlo.
PEQUEÑO CENTRO Lejos de los senderos empinados, el Centro Histórico urbano, puesto en valor y con calles semipeatonales, comienza en la Plaza Fundacional. “Junto a la preexistente Capilla de Nuestra Señora del Rosario, de 1720, el comandante Juan de Videla, por orden del Marqués de Sobremonte, oficializó en 1797 la creación de la Villa de Melo –que una posterior deformación fonética transformó en Merlo– en memoria del virrey del Río de la Plata Don Pedro Melo de Portugal”, explica Gabriel Magnago, docente de la Tecnicatura de Turismo en la facultad local y guía merlino.
La capilla colonial, con paredes de un metro de espesor, pisos de gruesos ladrillones e imágenes antiguas del Santo Cristo y de la Virgen Patronal, fue declarada Monumento Histórico Nacional. Frente a ella, la fundacional Plaza Sobremonte luce la reconstrucción del aljibe de fines del siglo XIX, el primero comunitario de la Villa, y alberga en el ramaje de sus plátanos –como un “verdadero dormidero de aves”– a tordos locales y viajeras golondrinas provenientes de Estados Unidos.
A pocos metros, la vieja casona de Felipe “Pocho” Urquiza, fallecido cuentista y poeta, ofrece en una bien ambientada pulpería cocina de olla y “vermú”, mientras el Almacén Juancito y la cantina Don Rafael, en la tradicional casa del pionero italiano Santiago Ciancia, esperan con “criollitos”, “galletas” y “pan de piso” rigurosamente cocidos en horno de leña.
“Padre y señor del bosque,/ Abuelo de barbas vegetales”, escribe el poeta Antonio Agüero, oriundo de Merlo, en la “Cantata del Abuelo Algarrobo”, saludo a un ejemplar blanco de ese árbol de unos 1200 años de vida. Su tronco se alza gigantesco entre poemas y grabados de Beatriz N. Ramírez, familiar del escritor, en el predio que ella administra y abre a los visitantes.
También Leopoldo Lugones, nacido en Córdoba, estuvo vinculado a Merlo, donde solía descansar en una casa del barrio de Piedra Blanca, pues su esposa, Juana González, había nacido en la Villa. El camino cultural merlino incluye, frente al Casino Dos Venados, una espectacular obra del escultor argentino Pérez Celis (1939-2008): El ojo del tiempo, cuyos dos relojes de sol –uno vertical y otro horizontal– marcan la hora solar corregida por longitud local y huso horario.
A más de mil metros de altura, junto al límite entre San Luis y Córdoba
COMECHINGONES Para viajar en el tiempo, el Parque Temático Yucat, Tierra de Comechingones permite “trasladarse al siglo XVI, alrededor de 1550, conocer la vida cotidiana de los antiguos habitantes del Valle de Conlara, sus casas, su vestimenta y sus creencias”, dice Alberto Segade, creador del emprendimiento familiar. “Queremos que no se pierdan los valores de esta civilización”, agrega, y destaca que instalar las escenografías sobre el pueblo comechingón le exigió seis años de estudios. “Ahora, en el paseo, todos somos comechingones”, sintetiza mientras pinta máscaras en el rostro de los visitantes. Finalmente, el circuito termina con una consigna que subraya el secretario de Turismo local, Miguel González Santa Cruz: “Soy vecino, soy turista”, una iniciativa de cinco municipios, dos de San Luis –Villa de Merlo y Potrero de los Funes– y tres cordobeses, La Falda, Santa Rosa de Calamuchita y Villa Carlos Paz, con descuentos del 20 por ciento en más de 500 establecimientos para los residentes. Como para que lo aprovechen los visitantes que estén pensando en convertir a Merlo en “su lugar”.
Cerro Áspero fue un símbolo de la minería de Córdoba hasta que dejó de trabajar hace 45 años. Con los restos, se fue forjando Pueblo Escondido, que hoy atrae a visitantes.
Cerro Aspero, escondido entre las montañas.Foto La Voz
En lo alto de las sierras de Córdoba, a un puñado de kilómetros de San Luis, Cerro Áspero es un emblema para los amantes del montañismo de todo el país. En los últimos años se transformó en una meca para quienes ascienden a pie, en moto o camionetas doble tracción hasta esas alturas.
El sitio ofrece una referencia única e ineludible: el pueblo minero que se desarrolló en sus entrañas, que albergó a unos 400 obreros desde principios del siglo pasado hasta 1969. De allí extraían tungsteno (o wolframio). Cuando hace 45 años su extracción dejó de ser rentable, la gran mina y el pueblo montado a su alrededor quedaron abandonados. Pero su mito, y su espíritu, están ahí.
Cuando la apertura de la economía terminó de sepultar el mineral, reemplazado por el importado de China a menor precio, el pueblo quedó vacío de mineros. Pero décadas después se toma venganza y se llena cada fin de semana de turistas.
Los pabellones donde descansaban los obreros y las otras dependencias fueron adaptadas para los visitantes, respetando sus líneas para conservar su valor histórico.
El espíritu del lugar cautiva a cada visitante, que no deja de imaginarse a las mulas cargadas de tungsteno saliendo por los senderos.
La refundación
Carlos Serra fue quien transformó el pueblo minero abandonado en un refugio de montaña. Serra es el “inventor” de Pueblo Escondido. Además del tungsteno bajo tierra, cerro Áspero posee un entorno natural de gran belleza, rodeado de cerros, a orillas del río Paso del Tigre.
Desde los años ’90, Serra recuperó parte de aquel pueblo minero, apuntalando el lugar con fines turísticos y manteniendo sus líneas históricas. Debió reconstruir mucho de lo que la gente ya había destruido. Del pueblo dejado por los mineros se habían llevado mucho.
A casi 25 años de esa idea de “refundarlo”, el sitio está vivo, abierto todo el año.
El secreto, asume Serra, fue permanecer, pese a las complejidades y adversidades de sostener ese espacio en medio de la montaña, en un punto de no tan sencillo acceso.
Hasta 1935, cuando se inauguró el camino de 60 kilómetros entre el Áspero y La Cruz, en Calamuchita, el material salía a lomo de mula hacia San Luis, para que luego vía tren llegara a Buenos Aires. El pueblo tenía hasta usina eléctrica propia.
Energía especial
Cristian Polo Friz es un personal trainer y guardavidas cordobés, que visitó el Áspero al menos 15 veces. Reconoce que esta aventura genera un plus respecto de otras.
“El lugar tiene una energía especial y uno logra transportarse medio siglo atrás, cuando en lo que hoy es una mina abandonado, había un pueblo en medio de la alta montaña, con cientos de trabajadores”, señala.
En cada viaje, que por lo general organizan en caravanas de dos o más vehículos, se despliega una especie de cofradía donde se debate de prestaciones de las camionetas “cuatro por cuatro” y de la naturaleza.
Para los que llegan en vehículo, el tramo final requiere de una destreza especial del conductor. Hasta unos kilómetros antes, llega casi cualquiera. Luego, la senda sube y baja en duros escalones de piedra pelada, que es sólo para peatones, motos, cabalgatas, bicicletas todoterreno o camionetas de doble tracción.
“Nos gusta la montaña, pero lo mejor es esto de conocer gente y compartir estos momentos”, dispara Gabriel Taritolay, mientras tomaba un mate en una ronda que se armó en un campamento en los “pinares”, un espacio ubicado tres kilómetros antes de Pueblo Escondido. Sobre el fogón, se recalentaba un pollo al disco que había quedado del día anterior.
Fue colocado por una merlina que caminó casi 800 kilómetros para colgar el cartel que considera la «huella de su pueblo». Está ubicado en un lugar emblemático. Aquí la historia.
“Nadie carga más peso de lo que se puede llevar en la espalda”, dice Romina Forray al recordar su caminata de 36 días con una mochila al hombro por el Camino de Santiago. La mochila representa para los peregrinos el peso de la vida. Y a medidas que desandan el mítico Camino descubren cuántas cosas uno carga de más a lo largo de los años y son innecesarias. En ese andar de soledad en paz, Romina asegura que las personas se encuentran con la “abundancia de la austeridad”.
El Camino de Santiago es una ruta que recorren los peregrinos procedentes de todo el mundo para llegar a la ciudad de Santiago de Compostela, ubicada en la región de Galicia, donde se veneran las reliquias del apóstol Santiago el Mayor. Romina y su padre lo recorrieron hace un año y eligieron la ruta francesa, declarada patrimonio histórico de la humanidad por la UNESCO. Fueron 798 kilómetros de caminata, recorridos en 36 días y 228 horas. El tiempo que en la década del 20 o del 30 tardaban los barcos en llegar desde un puerto español a la argentina cargados de emigrantes. Otras rutas. Otro peregrinaje, pero que llevaba consigo el sentido del despojo.
Ella, al igual que otros peregrinos noveles, había colocado en su mochila elementos de los que luego prescindió. O canjeó por otros más simples y livianos. Pero de algo Romina no se desprendió: en su mochila llevaba dos carteles de madera con el nombre de su pueblo “Villa de Merlo”, hechos por un artista local, decorados con los colores de argentina y que señala la distancia entre Merlo y el pueblo de Manjarin, en León, España. Son exactamente 10.256 kilómetros.
Allí, con unos clavos que una anciana regaló a Romina en el Camino y un martillo prestado, la joven merlina colocó el cartel de lo que ella llama sin dudar: “mi pueblo”. Junto a ese cartel hay otros colgados de ciudades importantes: Roma, Jerusalén, Machu Pichu o Santiago, son algunos de ellos. Cada uno colocado en ese refugio templario y adorado por los peregrinos. Es un monasterio de comodidades austeras y sus pobladores siguen las pautas de la vida monástica. “Yo quería dejar la huella de mi pueblo en ese lugar”, dice Romina al contar su experiencia donde cada día por el Camino no estuvo ausente la incertidumbre de los pasos pero siempre encontró una mano diligente.
En Manjarín, Romina fue recibida por Tomás Martínez, quien representa a los templarios y en su albergue ofrece lo poco que hay. Tomás hace años abandonó trabajo y vida personal. Entonces se embarcó en la servicial misión de custodiar el largo caminar hacia Santiago. En ese refugio de ambientación medieval los andariegos no hallan demasiadas comodidades ni lujos (no tiene baños ni duchas) aunque sí un lugar con energía donde poder descansar y orar tres veces al día. A lo largo de los años fue dándose a conocer por su costumbre de tocar una campana, vestido con túnica blanca y cruz roja, al paso de los caminantes.
Tomás armó en minutos un festejo con los visitantes y peregrinos, cuando el cartel de “Villa de Merlo” fue clavado por Romina. Él, al igual que otras personas, ofician de “hospitaleros”, una tarea dedicada a brindar ayuda a las personas que caminando o en bicicleta recorren miles de kilómetros para llegar a Santiago de Compostela.
Tampoco se desprendió Romina de dos piedras que llevaba en su mochila. Cada una representaba un pedido íntimo. Personal. Una ofrenda, que dejó en otro punto del Camino, en la Cruz de Ferro, -ubicada unos kilómetros antes de Manjarín- donde los caminantes depositan esas rocas en una ceremonia privada. Allí, un cúmulo de piedras de todo el mundo se alza en el medio de la nada y sostienen una cruz de hierro. Cada una tiene un significado. Quizás para desprenderse de los tormentos de la memoria. O piedras que alejen para siempre las brumas de las pesadumbres, que a veces nublan la vida.
EL LARGO ANDAR
El Camino de Santiago puede iniciarse desde cualquier lugar de Europa, o del mundo. Muchos peregrinos lo comienzan en España, otros en Portugal, en Francia, en Italia, en Alemania, en Inglaterra, y hasta en los Estados Unidos de América, en Brasil o en Israel. Lo habitual y más autentico es realizarlo a pie, pero hay quien lo recorre en bicicleta y a caballo. Romina y su padre eligieron la ruta francesa. Lo recorrieron cada uno a su ritmo pero sintieron que lo hicieron juntos. Él quería llegar a destino. Ella se detenía a mirar amapolas y trigales.
Todos aconsejan caminar un promedio de 30 kilómetros al día. Cada tanto se encuentran albergues, que suelen ser gratuitos y están regidos por los hospitaleros, sus guardianes, que a veces ayudan y algunos sanan las heridas de los pies a los peregrinos.En un punto del Camino hasta se ofrecen abrazos. Otros sitios están sin ningún custodio. Pero en el interior, los peregrinos encuentran lo necesario: agua, jugos, frutas secas, galletitas. Cada caminante toma lo necesario y dejan un “donativo”. Alguien por la noche volverá a colocar los alimentos necesarios para los viajeros.
Algunos albergues disponen de cocina. Y otros con camas que se hallan en dormitorios comunitarios, en literas dobles o triples y, por lo general, no se ofrecen sábanas. Por eso, se usan las bolsas de dormir. Allí se descansa. La mayoría de los peregrinos se colocan tapones en los oídos para escapar de los ronquidos. Para no escuchar los sollozos o el pastoreo de los rencores, que se murmura en la oscuridad.
El Camino está siempre señalado con flechas amarillas o con un azulejo con la concha de una vieira dibujada, sobre mojones, en los árboles, en los letreros de la carretera, en las paredes de las casas, o en el pavimento. Siempre hay que seguir la flecha amarilla, que Romina promete pintar en cuando tenga su casa propia. Para que sepan que por allí también pasa el Camino.
Durante el largo trayecto, Romina convivió con otros caminantes. Todos se saludan con la misma frase: “buen camino”. Una ruta cosmopolita y de múltiples lenguas. Donde cada día es igual pero distinto. Los pies se llagan. Duele la espalda. Se doblan las piernas.El humor se trastorna y uno aprende a curarse sus propias heridas.
Romina en su andar se encontró con una mujer norteamericana con el corazón roto: su esposo de un día para el otro le dijo que no la amaba más. Habían convivido 20 años. También auxilió a un alemán que sufrió una extraña picadura en la pierna y que era alérgico. Ella reconoció que ese hombre estaba cercado por la autoridad de la muerte. Lo arrastró doscientos metros hasta un lugar donde logró llegar la ambulancia y la Guardia Civil. También acompañó a un chileno a colocar la placa de su mujer fallecida en el Camino. Romina dice que el Camino es “más espiritual que religioso” y que se aprende a observar las pequeñas cosas de la vida. Y que en los momentos de debilidad surge la inspiración de un aliento que permite avanzar.
Fueron 36 días y casi 800 kilómetros. Romina logró dejar la “huella de su pueblo” en Manjarín. Soportó días de atención en un hospital y llegó a sentir que el Camino la sacaba de la senda. Sin embargo siguió. Llegó junto a su papá a Santiago de Compostela en la semana que se celebraba el Día del Padre. Tras ese peregrinaje, un cartel de Villa de Merlo ahora está colocado en un lugar emblemático de Europa. “Mi pueblo”, como dice Romina. Cuyas montañas conoce como nadie. Porque en su andar cotidiano, su memoria registra en qué curva del camino al filo hay sombra. En cual el viento empuja por la espalda. Y en donde se hallan las flores rojas. Percepciones de la vida que solo se aprenden cuando la vida se mira desde otro lado. Son el legado del Camino a Santiago, que en Villa de Merlo tendrá también su flecha amarilla.
Senderismo, una actividad que busca consolidar el ecoturismo en Merlo
Promoviendo el desarrollo de actividades que generen el menor impacto sobre la naturaleza, esta mañana el secretario de Turismo de la Villa de Merlo, Miguel Gonzalez, disertó sobre «Planificación estratégica en senderismo».
Caminatas…
Promoviendo el desarrollo de actividades que generen el menor impacto sobre la naturaleza, esta mañana el secretario de Turismo de la Villa de Merlo, Miguel Gonzalez, disertó sobre «Planificación estratégica en senderismo», en el marco de la Jornada de Buenas Prácticas Ambientales para Operadores Turístico. Este espacio de capacitación fue organizado por la Fundación Espacios Verdes y el Gobierno de San Luis, con el objetivo de incorporar la dimensión ambiental en los emprendimientos públicos y privados. En tal sentido, la Villa de Merlo viene abriendo camino y logró posicionarse como Primera en Calidad Ambiental del País.
El senderismo es una actividad deportiva que recorre caminos ubicados en plena naturaleza. Con una correcta delimitación y señalización, permite el aprovechamiento turístico y deportivo de espacios de gran interés biológico. Sobre estos aspectos se explayó el Secretario de Turismo de Merlo, remarcando el potencial de la región para incorporar circuitos de senderismo.
De la jornada también participaron el jefe del Area de Conservación y Control de Areas Protegidas del Ministerio de Medio Ambiente, Julián Muñoz, y el jefe del Subprograma de Fortalecimiento y Calidad Turística Jorge Gomez, la docente de la UNSL Evangelina Solís, y Guillermo Suarez, referente para la aplicación de Normas IRAM en Calidad Ambiental.
Merlo: Uno de los destinos más consultados para Semana Santa
19 MARZO 2014
Aunque este viernes comienza un fin de semana largo, las expectativas más grandes están puestas en Semana Santa. Operadores turísticos y agencias de viajes admiten que Villa de Merlo es uno de los destinos más consultados para esa fecha, en la cual Merlo ofrece la tercera muestra Imágenes Religiosas Antiguas.
«La Dirección de Turismo del principal destino de las sierras puntanas organiza la tercera muestra Imágenes Religiosas Antiguas, del 18 al 21 de abril en la galería de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario (Monumento Histórico Nacional). Una original forma de conmemorar la Semana Santa, a través de imágenes que diferentes familias vecinas atesoran en su historia. En el marco de la muestra, habrá también una muestra musical, que se sumará a espectáculos de teatro, talleres y ferias de artesanos.
Además, la pintoresca Villa de Merlo suma, para esos días, motivos religiosos y culturales a su principal fortaleza: las múltiples propuestas de turismo activo, desde circuitos de tirolesas a senderismo, recorridos en cuatriciclo, caminatas por la Sierra de los Comechingones y parapente, entre otras. El Circuito Chico propone visitar, entre otros sitios, el centro de la ciudad, el Algarrobo Abuelo, Rincón del Este o Pasos Malos. El Circuito Sur enlaza pintorescas poblaciones de la costa serrana, con balnearios y recodos de paz y belleza natural. Cerro de Oro, Carpintería, Los Molles o Cortaderas son algunas de ellas.
Por su parte, el circuito Miradores y balnearios lleva al Mirador del sol, el del Peñón, los balnearios municipales o El talar en los molles. Y finalmente, el Circuito Norte propone salir de San Luis para internarse en la cercana provincia de Córdoba, con los atractivos de sierra y arroyos del valle de Traslasierra», señaló el diario Clarín en uno de sus suplementos.
Miles de turistas fanáticos de la adrenalina y lo extremo llegan exclusivamente a la ciudad para disfrutar de la emoción de sentirse libres en contacto con la naturaleza. Aquí un informe de las diversas opciones y precios.
El turismo de distintos puntos del país prefiere disfrutar exclusivamente de la cantidad de propuestas de turismo aventura que la ciudad ofrece: parapente, tirolesa, escalada, trekking, 4×4, cuatriciclos, etc.
Parapente: La Villa de Merlo es uno de los mejores escenarios para realizar esta actividad. Se pueden encontrar despegues en el camino al Filo serrano, por ruta 5 pasando el Mirador del Sol. Los vuelos son en compañía de instructores especializados y duran alrededor de 20 minutos. En los paseos se disfruta de las mejores vistas de toda la ciudad y las sierras de los Comechingones. Precios: desde los 600 pesos.
Tirolesa: Se trata de una de las actividades más requeridas por los turistas que pone en juego tanto el vértigo como la adrenalina en plena sierra. Los tramos van desde los 500 metros de recorrido en adelante. Se puede realizar en Rincón del Este, en la zona del Mirador del Sol o el Filo serrano. Precios: desde los 100 pesos.
Cuatriciclo: Los paseos en cuatriciclo duran alrededor de una hora y media. Los circuitos pasan por variados puntos de la ciudad y la zona serrana dependiendo la empresa con la que se decida realizar el paseo. Con esta alternativa se logra conocer de una forma especial varios rincones de la Villa de Merlo y las sierras. Precios: desde los 200 pesos.
4X 4: Hay diferentes lugares que pueden conocerse por medio de las excusiones en 4×4 y tienen que ver con sitios de difícil acceso o circuitos no convencionales como: Cerro Áspero que es un antiguo pueblo minero, abandonado por el año 1910, hoy convertido en refugio de montaña en pleno corazón de las sierras. Vallecitos que cuenta con numerosas cascadas y un paisaje paradisiaco; El Velo de la Novia unas cascadas en el medio de las sierras sorprendentes; y El Salto del Tigre, una imponente cascada de unos 25 metros de altura. A todos estos lugares se llega por el filo de las sierras de los Comechigones de Villa de Merlo, cruzando la frontera unos pocos kilómetros hacia la provincia de Córdoba. Precios: Salto del Tigre: 4×4 y trekking desde 300 pesos. Velo de la Novia: 4×4 y trekking desde 350 pesos. Pueblo escondido: desde 400 pesos.
Trekking: El trekking más conocido y ya clásico es hasta el Salto de Tabaquillo (cascada de 18 metros de altura), ubicado en lo más alto del arroyo El Molino de Rincón del Este. Es una actividad con dificultad media alta que dura entre tres y cuatro horas y se realiza con guías especializados. Precios: 200 pesos por persona.
Escalada: Uno de los lugares donde se realiza escalada es en Rincón del Este, donde se puede optar por la oportunidad económica de hacer el deporte en un muro de poca altura por 30 pesos. Otras opciones son para los más aventureros ya dentro de las sierras donde se puede hacer escalada con riesgos mayores y en marcos naturales impactantes desde alrededor de los 150 pesos.
Un lugar ideal para disfrutar de las vacaciones en Villa de Merlo, es sin dudas la Reserva Florofaunística de Rincón del Este. Internada en medio de las sierras, se ubica al margen del arroyo El Molino y cuenta con propuestas de todo tipo: actividades de aventura, excursiones y avistaje de águilas, zorros y demás especies.
A la Reserva Florofaunística del Rincón se accede desde la rotonda de ingreso a Merlo, tomando la calle Poeta Agüero (continuación de Ruta 1) y ascendiendo luego hacia las sierras desde la calle Sobremonte y su continuación con av. del Sol hasta llegar a la av. de los Cesares y su continuación con la Ruta 5, se llega poco después de cruzar un badén por donde pasa el arroyo El Molino. Allí está el ingreso a la gran cuna de flora y fauna autóctona.
Uno de los principales atractivos es protagonizado por Isolina, la Guarda Parque de la reserva, que cada mañana a las 11 ofrece una charla imperdible donde no solo concientiza sobre el cuidado del ambiente y la ecología a cientos de turistas que se acercan, sino que además ofrece un espectáculo maravilloso al alimentar durante la charla a los zorros y las águilas. Un espectáculo imperdible y para compartir en familia.
La Reserva además es cruzada por el arroyo El Molino, donde personas de todas las edades bajan por zonas señalizadas y accesibles para disfrutar de sus cristalinas aguas frescas que descienden entre las piedras al pie de las sierras de los Comechingones ofreciendo un marco maravilloso.
Para los que buscan un poco más de aventura hay numerosas actividades como tirolesa, paseos guiados en cuatriciclo (por el circuito de Damiana Vega que fue la última descendiente de los comechingones), rappel, trekking y excursiones al gran salto de Tabaquillo.
SALTO DE TABAQUILLO
El Salto de Tabaquillo es una gran cascada de 20 metros de altura que ofrece el arroyo El Molino en medio de las sierras de los Comechingones y está internada en un imponente bosque de Tabaquillos.
Para llegar al lugar, se requieren de alrededor de dos horas de caminata, que siempre se recomienda que se realice con guías habilitados y consultando previamente en el ingreso a la Reserva. Ya que se trata de una actividad que de no llevarse a cabo de forma prudente puede resultar muy arriesgada.
Es una excursión que demanda no solo el uso de las extremidades inferiores, sino también de las superiores en algunos sectores del circuito. Se considera de grado de dificultas tres, por la complejidad de algunos sectores del camino y el esfuerzo físico que requiere. Si bien no posee límite de edad, es recomendable que las personas interesadas en hacer el paseo estén en buen estado físico.
Al comienzo de la caminata se está a una altura de aproximadamente 1150 metros (s.n.m) y hasta llegar al salto luego de un recorrido de unos 6 kilómetros, se llega a una altura de 1480 metros (s.n.m).
Te invito a mirar este vídeo para que veas que sienten nuestros acampantes cuando miran el cielo desde nuestro camping cuando el cielo esta absolutamente limpio y estrellado desde 1200msnm.