La histórica Villa, con su benéfico microclima y su promedio anual de 300 días de sol, invita al turismo aventura, a descubrir senderos serranos en cuatriciclos, a pie y a caballo, a vivir como un pueblo comechingón y a paladear el gustoso chivito puntano.
Por Dora Salas
Fotos de Dora Salas
Paseo entre la roca viva y el cuarzo blanco, un viaje al Precámbrico puntano
“Merlo es mi lugar en el mundo”, afirma Juan José, un uruguayo radicado en la Villa, donde se dedica a transfers y paseos, mientras conduce desde el aeropuerto de la capital puntana hacia la ciudad ubicada en el noreste de San Luis, sobre la falda occidental de las Sierras de los Comechingones.
Una soleada y diáfana tarde invernal enmarca sus comentarios durante los 190 kilómetros de autopista entre el aeropuerto Brigadier Mayor César Raúl Ojeda y la Ciudad Villa de Merlo, tercer microclima del mundo detrás de las costas californianas y de Suiza, aunque algunas fuentes citan a las islas Canarias en el lugar del país alpino. La interrelación de factores topográficos y ambientales da origen a esta joya climática, dueña de una atmósfera cuyas proporciones de ozono son más elevadas que las normales, generadora de óxido nitroso y con altos porcentajes de ionización negativa, que produce relajación y reduce el estrés.
LOS NUMEROS IDEALES Merlo, con una temperatura media anual de 20 grados, una altitud que oscila entre los 800 y los 1200 metros sobre el nivel del mar y la orientación del cordón montañoso que frena los vientos húmedos del Atlántico, atrapa desde las primeras décadas del siglo pasado a quienes buscan descanso y aire puro, pero energizante a la vez.
Estas características funcionan durante todo el año como imán turístico, pero también para los “venidos y quedados” a vivir en la Villa que, a la par de los “nacidos y criados” en ella, tratan de preservarlas y sumar actividades que permitan su mayor aprovechamiento.
El ecoturismo y el turismo aventura son el eje de las nuevas propuestas, que apuntan sobre todo a jóvenes y adolescentes, para los que también hay un boliche nocturno, bares y cervecerías. Parapentismo para emular a los pájaros, tirolesas para balancearse a varios metros de altura por cables de acero que unen laderas serranas, rappel para desafiar descensos verticales y senderismo para adentrarse en la naturaleza son actividades que se agregan a cabalgatas y ciclismo por sendas poco transitadas.
La mañana se presenta ideal para trepar hacia el Filo de la sierra, a unos 2100 msnm, y alcanzar el faldeo limítrofe entre las provincias de San Luis y Córdoba. “A ponerse los cascos, los guantes y los anteojos de sol”, invita Claudio, responsable y guía de Parada Fox, experto en travesías “para todas las edades” con cuatriciclos 4×4 de 500cc.
Entre pajas bravas, cuarzos blancos y rosados, restos de mica que destellan al sol y rocas cuyo origen se remonta al Precámbrico, la mirada se pierde hacia el Valle de Conlara, del lado merlino, y el Valle de Calamuchita, del lado cordobés.
Los cuatriciclos, después de cómodos 11 kilómetros de ascenso por ruta asfaltada, superan otros tantos en huellas resbaladizas, desafiando montículos y vertientes como si saltaran de roca en roca. En total, dos horas y media de travesía hasta el Hueco del Cencerro, un refugio a 2000 msnm junto al arroyo Horco Molle, con saltos y piletones que en verano invitan a zambullirse.
Entre cóndores y águilas moras, sauces mimbre y tabaquillos, el nombre del lugar “lo pusieron los mineros que trabajaban en la zona, rica en wolframio y cuarzo, además de otros minerales y piedras semipreciosas, de los años ’20 a los ’50 del siglo pasado”, explica Francisco Roure. Y sin vacilar, mientras encabeza la caminata hacia una gran “chimenea de cuarzo” natural, como Juan José Capdevielle enfatiza que ha encontrado “su lugar” en la soledad y los cielos estrellados del refugio.
Al recorrido se suma Lola Bejarano, de la cordobesa Estancia Corralito, que organiza cabalgatas “de cuatro o cinco días para cruzar la Sierra de los Comechingones, desde La Paz, en Córdoba, hasta El Hueco del Cencerro” para llegar al refugio de Francisco, donde el “vecino más cercano está a ocho kilómetros”.
Durante el regreso a la Villa, una pareja de cóndores pone el broche de oro a la aventura sobrevolando majestuosa los cuatriciclos que zigzaguean hacia el valle.
El Algarrobo Abuelo, un imponente ejemplar que es el gran emblema de Merlo.
PEQUEÑO CENTRO Lejos de los senderos empinados, el Centro Histórico urbano, puesto en valor y con calles semipeatonales, comienza en la Plaza Fundacional. “Junto a la preexistente Capilla de Nuestra Señora del Rosario, de 1720, el comandante Juan de Videla, por orden del Marqués de Sobremonte, oficializó en 1797 la creación de la Villa de Melo –que una posterior deformación fonética transformó en Merlo– en memoria del virrey del Río de la Plata Don Pedro Melo de Portugal”, explica Gabriel Magnago, docente de la Tecnicatura de Turismo en la facultad local y guía merlino.
La capilla colonial, con paredes de un metro de espesor, pisos de gruesos ladrillones e imágenes antiguas del Santo Cristo y de la Virgen Patronal, fue declarada Monumento Histórico Nacional. Frente a ella, la fundacional Plaza Sobremonte luce la reconstrucción del aljibe de fines del siglo XIX, el primero comunitario de la Villa, y alberga en el ramaje de sus plátanos –como un “verdadero dormidero de aves”– a tordos locales y viajeras golondrinas provenientes de Estados Unidos.
A pocos metros, la vieja casona de Felipe “Pocho” Urquiza, fallecido cuentista y poeta, ofrece en una bien ambientada pulpería cocina de olla y “vermú”, mientras el Almacén Juancito y la cantina Don Rafael, en la tradicional casa del pionero italiano Santiago Ciancia, esperan con “criollitos”, “galletas” y “pan de piso” rigurosamente cocidos en horno de leña.
“Padre y señor del bosque,/ Abuelo de barbas vegetales”, escribe el poeta Antonio Agüero, oriundo de Merlo, en la “Cantata del Abuelo Algarrobo”, saludo a un ejemplar blanco de ese árbol de unos 1200 años de vida. Su tronco se alza gigantesco entre poemas y grabados de Beatriz N. Ramírez, familiar del escritor, en el predio que ella administra y abre a los visitantes.
También Leopoldo Lugones, nacido en Córdoba, estuvo vinculado a Merlo, donde solía descansar en una casa del barrio de Piedra Blanca, pues su esposa, Juana González, había nacido en la Villa. El camino cultural merlino incluye, frente al Casino Dos Venados, una espectacular obra del escultor argentino Pérez Celis (1939-2008): El ojo del tiempo, cuyos dos relojes de sol –uno vertical y otro horizontal– marcan la hora solar corregida por longitud local y huso horario.
A más de mil metros de altura, junto al límite entre San Luis y Córdoba
COMECHINGONES Para viajar en el tiempo, el Parque Temático Yucat, Tierra de Comechingones permite “trasladarse al siglo XVI, alrededor de 1550, conocer la vida cotidiana de los antiguos habitantes del Valle de Conlara, sus casas, su vestimenta y sus creencias”, dice Alberto Segade, creador del emprendimiento familiar. “Queremos que no se pierdan los valores de esta civilización”, agrega, y destaca que instalar las escenografías sobre el pueblo comechingón le exigió seis años de estudios. “Ahora, en el paseo, todos somos comechingones”, sintetiza mientras pinta máscaras en el rostro de los visitantes. Finalmente, el circuito termina con una consigna que subraya el secretario de Turismo local, Miguel González Santa Cruz: “Soy vecino, soy turista”, una iniciativa de cinco municipios, dos de San Luis –Villa de Merlo y Potrero de los Funes– y tres cordobeses, La Falda, Santa Rosa de Calamuchita y Villa Carlos Paz, con descuentos del 20 por ciento en más de 500 establecimientos para los residentes. Como para que lo aprovechen los visitantes que estén pensando en convertir a Merlo en “su lugar”.
Cerro Áspero fue un símbolo de la minería de Córdoba hasta que dejó de trabajar hace 45 años. Con los restos, se fue forjando Pueblo Escondido, que hoy atrae a visitantes.
Cerro Aspero, escondido entre las montañas.Foto La Voz
En lo alto de las sierras de Córdoba, a un puñado de kilómetros de San Luis, Cerro Áspero es un emblema para los amantes del montañismo de todo el país. En los últimos años se transformó en una meca para quienes ascienden a pie, en moto o camionetas doble tracción hasta esas alturas.
El sitio ofrece una referencia única e ineludible: el pueblo minero que se desarrolló en sus entrañas, que albergó a unos 400 obreros desde principios del siglo pasado hasta 1969. De allí extraían tungsteno (o wolframio). Cuando hace 45 años su extracción dejó de ser rentable, la gran mina y el pueblo montado a su alrededor quedaron abandonados. Pero su mito, y su espíritu, están ahí.
Cuando la apertura de la economía terminó de sepultar el mineral, reemplazado por el importado de China a menor precio, el pueblo quedó vacío de mineros. Pero décadas después se toma venganza y se llena cada fin de semana de turistas.
Los pabellones donde descansaban los obreros y las otras dependencias fueron adaptadas para los visitantes, respetando sus líneas para conservar su valor histórico.
El espíritu del lugar cautiva a cada visitante, que no deja de imaginarse a las mulas cargadas de tungsteno saliendo por los senderos.
La refundación
Carlos Serra fue quien transformó el pueblo minero abandonado en un refugio de montaña. Serra es el “inventor” de Pueblo Escondido. Además del tungsteno bajo tierra, cerro Áspero posee un entorno natural de gran belleza, rodeado de cerros, a orillas del río Paso del Tigre.
Desde los años ’90, Serra recuperó parte de aquel pueblo minero, apuntalando el lugar con fines turísticos y manteniendo sus líneas históricas. Debió reconstruir mucho de lo que la gente ya había destruido. Del pueblo dejado por los mineros se habían llevado mucho.
A casi 25 años de esa idea de “refundarlo”, el sitio está vivo, abierto todo el año.
El secreto, asume Serra, fue permanecer, pese a las complejidades y adversidades de sostener ese espacio en medio de la montaña, en un punto de no tan sencillo acceso.
Hasta 1935, cuando se inauguró el camino de 60 kilómetros entre el Áspero y La Cruz, en Calamuchita, el material salía a lomo de mula hacia San Luis, para que luego vía tren llegara a Buenos Aires. El pueblo tenía hasta usina eléctrica propia.
Energía especial
Cristian Polo Friz es un personal trainer y guardavidas cordobés, que visitó el Áspero al menos 15 veces. Reconoce que esta aventura genera un plus respecto de otras.
“El lugar tiene una energía especial y uno logra transportarse medio siglo atrás, cuando en lo que hoy es una mina abandonado, había un pueblo en medio de la alta montaña, con cientos de trabajadores”, señala.
En cada viaje, que por lo general organizan en caravanas de dos o más vehículos, se despliega una especie de cofradía donde se debate de prestaciones de las camionetas “cuatro por cuatro” y de la naturaleza.
Para los que llegan en vehículo, el tramo final requiere de una destreza especial del conductor. Hasta unos kilómetros antes, llega casi cualquiera. Luego, la senda sube y baja en duros escalones de piedra pelada, que es sólo para peatones, motos, cabalgatas, bicicletas todoterreno o camionetas de doble tracción.
“Nos gusta la montaña, pero lo mejor es esto de conocer gente y compartir estos momentos”, dispara Gabriel Taritolay, mientras tomaba un mate en una ronda que se armó en un campamento en los “pinares”, un espacio ubicado tres kilómetros antes de Pueblo Escondido. Sobre el fogón, se recalentaba un pollo al disco que había quedado del día anterior.
Senderismo, una actividad que busca consolidar el ecoturismo en Merlo
Promoviendo el desarrollo de actividades que generen el menor impacto sobre la naturaleza, esta mañana el secretario de Turismo de la Villa de Merlo, Miguel Gonzalez, disertó sobre «Planificación estratégica en senderismo».
Caminatas…
Promoviendo el desarrollo de actividades que generen el menor impacto sobre la naturaleza, esta mañana el secretario de Turismo de la Villa de Merlo, Miguel Gonzalez, disertó sobre «Planificación estratégica en senderismo», en el marco de la Jornada de Buenas Prácticas Ambientales para Operadores Turístico. Este espacio de capacitación fue organizado por la Fundación Espacios Verdes y el Gobierno de San Luis, con el objetivo de incorporar la dimensión ambiental en los emprendimientos públicos y privados. En tal sentido, la Villa de Merlo viene abriendo camino y logró posicionarse como Primera en Calidad Ambiental del País.
El senderismo es una actividad deportiva que recorre caminos ubicados en plena naturaleza. Con una correcta delimitación y señalización, permite el aprovechamiento turístico y deportivo de espacios de gran interés biológico. Sobre estos aspectos se explayó el Secretario de Turismo de Merlo, remarcando el potencial de la región para incorporar circuitos de senderismo.
De la jornada también participaron el jefe del Area de Conservación y Control de Areas Protegidas del Ministerio de Medio Ambiente, Julián Muñoz, y el jefe del Subprograma de Fortalecimiento y Calidad Turística Jorge Gomez, la docente de la UNSL Evangelina Solís, y Guillermo Suarez, referente para la aplicación de Normas IRAM en Calidad Ambiental.
Miles de turistas fanáticos de la adrenalina y lo extremo llegan exclusivamente a la ciudad para disfrutar de la emoción de sentirse libres en contacto con la naturaleza. Aquí un informe de las diversas opciones y precios.
El turismo de distintos puntos del país prefiere disfrutar exclusivamente de la cantidad de propuestas de turismo aventura que la ciudad ofrece: parapente, tirolesa, escalada, trekking, 4×4, cuatriciclos, etc.
Parapente: La Villa de Merlo es uno de los mejores escenarios para realizar esta actividad. Se pueden encontrar despegues en el camino al Filo serrano, por ruta 5 pasando el Mirador del Sol. Los vuelos son en compañía de instructores especializados y duran alrededor de 20 minutos. En los paseos se disfruta de las mejores vistas de toda la ciudad y las sierras de los Comechingones. Precios: desde los 600 pesos.
Tirolesa: Se trata de una de las actividades más requeridas por los turistas que pone en juego tanto el vértigo como la adrenalina en plena sierra. Los tramos van desde los 500 metros de recorrido en adelante. Se puede realizar en Rincón del Este, en la zona del Mirador del Sol o el Filo serrano. Precios: desde los 100 pesos.
Cuatriciclo: Los paseos en cuatriciclo duran alrededor de una hora y media. Los circuitos pasan por variados puntos de la ciudad y la zona serrana dependiendo la empresa con la que se decida realizar el paseo. Con esta alternativa se logra conocer de una forma especial varios rincones de la Villa de Merlo y las sierras. Precios: desde los 200 pesos.
4X 4: Hay diferentes lugares que pueden conocerse por medio de las excusiones en 4×4 y tienen que ver con sitios de difícil acceso o circuitos no convencionales como: Cerro Áspero que es un antiguo pueblo minero, abandonado por el año 1910, hoy convertido en refugio de montaña en pleno corazón de las sierras. Vallecitos que cuenta con numerosas cascadas y un paisaje paradisiaco; El Velo de la Novia unas cascadas en el medio de las sierras sorprendentes; y El Salto del Tigre, una imponente cascada de unos 25 metros de altura. A todos estos lugares se llega por el filo de las sierras de los Comechigones de Villa de Merlo, cruzando la frontera unos pocos kilómetros hacia la provincia de Córdoba. Precios: Salto del Tigre: 4×4 y trekking desde 300 pesos. Velo de la Novia: 4×4 y trekking desde 350 pesos. Pueblo escondido: desde 400 pesos.
Trekking: El trekking más conocido y ya clásico es hasta el Salto de Tabaquillo (cascada de 18 metros de altura), ubicado en lo más alto del arroyo El Molino de Rincón del Este. Es una actividad con dificultad media alta que dura entre tres y cuatro horas y se realiza con guías especializados. Precios: 200 pesos por persona.
Escalada: Uno de los lugares donde se realiza escalada es en Rincón del Este, donde se puede optar por la oportunidad económica de hacer el deporte en un muro de poca altura por 30 pesos. Otras opciones son para los más aventureros ya dentro de las sierras donde se puede hacer escalada con riesgos mayores y en marcos naturales impactantes desde alrededor de los 150 pesos.
Te invito a mirar este vídeo para que veas que sienten nuestros acampantes cuando miran el cielo desde nuestro camping cuando el cielo esta absolutamente limpio y estrellado desde 1200msnm.
Lyon es un emprendimiento turístico singular en el faldeo de las sierras de los Comechingones en Merlo, San Luis.
Por su ubicación privilegiada, es esencialmente un balcón natural con una espectacular vista a la Villa de Merlo y al Valle de Conlara.
Un lugar único para disfrutar de la vida al aire libre y en contacto directo con la naturaleza, combinado con el emplazamiento de nuestra piscina, la calidez de nuestro salón, la vista de nuestro deck y nuestros toilettes/vestuarios de primera categoría (agua caliente presurizada las 24hs., toallitas de papel, jabón para manos, papel higiénico, cambiador para bebé) y en excelentes condiciones de higiene.
Para disfrutar en cualquier momento del año:
Nuestro Parador de Montaña es un modo de entrar en contacto directo con la naturaleza, en un entorno de silencio y privacidad. Tenemos un número limitado de parcelas aterrazadas, con vista panorámica. Y el salón común, calefaccionado en invierno.
Los acampantes cuentan con amplios vestuarios con todas las comodidades: agua caliente y presión en las duchas las 24 horas, y hasta cambiador para los más chicos.
En las estaciones frías, se entregan lonas y cobertores especiales para proteger las carpas, posibilitando disfrutar de la naturaleza y la tranquilidad en cualquier momento del año.
Parcelas Aterrazadas – Parque y piscina – Estacionamiento – Casa de Té y Cerveza, Restobar – Wi-Fi
Muy cerca del camping (Lyon está situado en el faldeo de la sierra), se realizan todas las actividades de turismo de aventura: parapente, trekking, running, cabalgatas, rappel, cuatris y bicis …
Sanitarios:
Sanitarios de primer nivel azulejados, agua presurizada.- Agua caliente las 24 horas. – Provisión permanente de toallitas y jabón para manos, papel higiénico y cubre inodoros – Baño con bidet en vestuario de damas y caballeros – Cambiador de bebés.